miércoles, 18 de noviembre de 2009

La sustancia del jarrón

Hace unos años, el ex primer ministro de España Felipe González evocaba la vieja metáfora churchilliana que señala que algunos ex gobernantes son como jarrones chinos en una casa pequeña: “Son difíciles de ubicar, porque pongas donde lo pongas muchas veces molestan”, expresaba. Este calificativo que utilizaba refiriéndose a sí mismo se convertía en un autoelogio porque si bien esa obra artesanal podría resultar incómoda, era de alguna manera valiosa.

En nuestra provincia tenemos un ex mandatario que ha elegido el peor de los caminos a la hora de ejercer su adiós de la política. La cautela, la prudencia y la sensatez no son virtudes que lo acompañen en su postrimero transitar social. Todo ello evidencia, retornando a la alegoría que mencionábamos recién, que se empeña en demostrar que no es una pieza de la más fina porcelana del arte antiguo oriental.



En una incomprensible retórica comparativa pretende cotejar el presente, tiempo que sabe no propio, con momentos del pasado. Harto incuestionable es el desarrollo que está logrando Formosa con la ejecución del proyecto en marcha, más aun si dimensionamos de dónde venimos. A pesar de ello, el ex gobernador analiza la actualidad a la luz de lo sucedido en esos años, presentando “pruebas” que parecerían, a decir de los avezados en el Derecho, infalibles confesiones de parte.

Por mencionar sólo algunos ejemplos de sus insólitas aseveraciones, podríamos recordar sus palabras jactanciosas de que en su gestión más del 70% del presupuesto se utilizaba para abonar sueldos, alcanzando a plantear la falaz dicotomía de obra pública versus sueldos. Nada más lejos del juicio de un estadista. La amplia gama de actividades y funciones de un Estado moderno, aquí y en cualquier sitio del mundo, debe dirigirse y bregar por el bienestar de todos sus ciudadanos. La dirección política en la gestión de los recursos de toda una comunidad no debe encauzarse sólo a los emolumentos de los empleados del Gobierno. ¿Y la construcción de escuelas, hospitales, viviendas, rutas, la inversión social, la generación de fuentes genuinas de trabajo, la promoción de la economía real? El déficit de inversión en infraestructura básica y social de aquellos tiempos testimonia que, si bien para nosotros su concepción de buena gestión es equivocada, es absolutamente veraz lo que señala.

Otro hecho pretérito por lo que se envanece extrañamente, más aun en meses estivales, es el del bajo consumo de energía que tenía Formosa en esos años, causa por la cual a la matriz energética provincial le “sobraban megavatios”. Las estadísticas de las agencias de desarrollo asocian científicamente los niveles de bienestar, progreso y crecimiento de una sociedad con los indicadores de demanda y consumo energético. Por ende, es dable afirmar que la triplicación del consumo desde 1995 a la fecha habla de una fuerte inversión en la provisión de energía, un creciente desarrollo productivo de la provincia, una significativa elevación de la calidad de vida de los formoseños y un sustantivo avance en la distribución territorial de la electricidad.

Un tema de crítica utilizado con frecuencia por el ex gobernante es el manejo financiero de la gestión actual, siendo quizás el flanco más débil de su accionar al frente del Gobierno. Es innegable la prolija gestión de los recursos públicos desde el 95 a esta parte. El superávit financiero primario alcanzado año tras año permitió a la provincia reducir paulatinamente el peso de los servicios de la deuda y proyectar planificadamente el crecimiento económico formoseño.

El abultado pasivo que dejara como legado y condicionante a todos y cada uno de los formoseños debería al menos convocarlo a silencio. Más aun cuando es patente que ese stock de deuda no fue utilizado para la inversión social o económica, que hubiesen aportado algo concreto para la provincia, sino única y exclusivamente para financiar gastos corrientes y suplir el déficit crónico de aquella época. Formosa vive momentos trascendentales y de transformación estructural. Todos debemos colaborar para afianzar este proceso, aun en el disenso.

Agustín Samaniego
Diputado provincial

Presidente del Bloque
Partido Justicialista

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